jueves, 30 de octubre de 2008

MALETAS


Pensándolo mejor voy a sacar
de mi vieja maleta el libro, la batea...
voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva
y con ella vacía me acercaré a la Isleta,
y al primer forastero de la muerte,
que llegue a pisar tierra
se la regalo para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva
¡no quiero más maletas en la historia
de la insular miseria!
(La maleta, Pedro Lezcano)


Mucho ha llovido, más de un siglo, desde que La Isleta era sinónimo de puerto, de pobreza, y también de pueblo, de participación. De La Isleta partían lás frutas del paraíso o los emigrantes y a La Isleta llegaban las mercancías y las noticias. En un momento determinado, a mediados del Siglo XX la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y el Puerto (desde La Isleta al Refugio) estaban separados por un último espacio sin urbanizar. Lo que hoy conocemos por Mesa y López fue en realidad el último gran pelotazo urbanístico de la ciudad baja. Con esa operación (la de mayor densidad edificatoria) la ciudad completó su trama urbana uniendo así sus dos centros históricos. Todavía en los años 1980 y 1990 los vecinos del barrio para referirse al resto de la ciudad decían "vamos a Las Palmas" y los demás para referirse a La Isleta decían "vamos al Puerto".

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