miércoles, 22 de octubre de 2008

ACERAS

Después de más de 100 años sin remodelar sus aceras, algunas calles del barrio de La Isleta vieron como se acercaban las excavadoras, los topógrafos, las cintas métricas. Los vecinos pensaban que había llegado su momento. Por fin se acabarían las humedades de las casas, por fin caminar sobre las aceras, niños jugando en las calles, límites a los coches. Decidieron aguantar los socavones, el ruido infernal, las grietas en las paredes, los tableros a la entrada de la casa. Cuando por fin despertaron, ya no estaban las máquinas, ni los técnicos, ni los agujeros. Las aceras seguían en su lugar y los coches y los niños. Todo era nuevo, pero un poco más pobre. Donde estaba el mosaico de azulejos ahora había un pavimento carcelario, donde el estadal era de piedra ahora era de hormigón. -¡Bueno! al menos un lavado de cara- pensaron, -ahora tenemos 100 años para darle vueltas.

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