
Después de muchos años de rivalidad entre nuestra calle y la calle de arriba, aquella temporada decidimos unir nuestras fuerzas para enfrentar a enemigos comunes de la Isleta, en el primer campeonato del Barrio. De aquella sabia decisión, de la unión entre Tecén y Tauro, salió el Centauro, animal mitológico llamado a ser la rebelación del torneo. Celebramos con derrota nuestro primer partido en los Barracones, con camisetas verde claro y un entusiasmo único en los niños. Aquel campo de tierra era de los militares, pero nosotros nos colábamos por un agujero hecho en la pared. Es curioso tener huecos en la memoria como se tienen rostros, o una jugada por la banda, sin principio ni fin.
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