lunes, 17 de noviembre de 2008

EL VICTORIA

La imagen no podía ser más concluyente, el sombrero del abuelo flotando en un charco de arenas movedizas. Así quedaba claro el desenlace de aquel culebrón cinematográfico que repetían una y otra vez en la sesión doble del cine Victoria. Eran tiempos de cine en que las cinco salas de La Isleta se llenaban de chiquillos. En su última etapa también supo captar la atención de jóvenes y no tan jóvenes, en aquellas sesiones de medianoche, a veinte duros, en las que trataba de emular el ambiente de filmoteca con la repetición de películas de mayor calidad.
Pero los tiempos cambiaron, y también el público y el cine. La reconversión no llegó a darle el uso que el espacio pedía y, aunque el Ayuntamiento realizó un último intento convirtiéndolo en la sede de la Universidad Popular del Barrio, finalmente fue abandonado a su suerte. Los tiempos de bonanza económica pujaban por aprovechar cualquier resquicio de la ciudad para el beneficio inmobiliario y así, en el año 2003, el cine Victoria, como aquel Roxi cantado por Serrat o el Cinema Paradiso de Giussepe Tornatore, también dejaba paso a una promoción de viviendas.
Todavía, cuando paso por allí, imagino la silueta del cine descansando en ese rincón del barrio, más o menos como el sombrero en el charco de arenas movedizas.

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